Entrevista a la hermana de Valentín González, joven de la CNT asesinado hace 35 años en el Mercado de Abastos de Valencia
Enric Llopis
Rebelión
Valentín González Ramírez murió el 25 de junio de 1979 a los 20 años de edad, víctima de una pelota de goma disparada a bocajarro por un agente de la policía nacional, que le reventó el corazón. Participaba, como joven afiliado a la CNT, en una huelga de cargadores y descargadores en el Mercado de Abastos de Valencia. El crimen sucedió cuando Valentín trataba de ayudar a su padre, salvajemente vapuleado en medio de una injustificada carga policial. Una gran manifestación de apoyo y una huelga general en la ciudad siguieron a la muerte, de la que apenas se hicieron eco los medios de comunicación. Su hermana, Paqui González, ha participado 35 años después en las jornadas que, en homenaje a Valentín González, ha organizado la CGT del País Valenciano.
-¿Qué ocurrió el 25 de junio de 1979? ¿Cómo recuerdas los hechos del día de la muerte de Valentín?
Las “collas” (grupos de trabajadores) de carga y descarga llevaban varios meses trabajando en régimen de autónomo sin que los asentadores (dueños de los puestos) les pagaran lo acordado. Mi padre y mi hermano formaban parte de estas “collas”, que laboraban donde hiciera falta; por esas fechas, les tocaba el Mercado de Abastos de Valencia y los dos estaban en el mismo turno. Al no cobrar, decidieron convocar una huelga. El 25 de junio era el primer día de paro, estaban en el turno de noche, y no dejaron entrar a los camiones en el mercado. Pero sin ningún tipo de jaleos. Los camioneros entendían la situación, de hecho, hacía poco que habían organizado una huelga. Al principio no se dieron cuenta, pero los cargadores en paro estaban rodeados de policía. Según nos contaron, el Mercado de Abastos tenía en la parte superior una “balconada” desde donde empezaron a llover las pelotas de goma. Los policías habían permanecido escondidos hasta entonces.
-¿Cuándo comienzan las cargas?
Hubo entonces una llamada a un mando de la policía, no se sabe de quién, pero lo cierto es que cuando terminó la conversación por radio se dio la orden de cargar. De entrada, los policías se quedaron parados al no ver motivos. El mando les gritó: “he dicho que carguéis o es que no tenéis cojones”, con lo que empezó la carga y los porrazos. Ante esa situación, los trabajadores se refugiaron donde pudieron, algunos, en una “caseta” de la que normalmente hacían uso. Pero por la ventana les arrojaron botes de humo para que la abandonaran y, según salían, les daban porrazos. Mi padre se protegió con la mano de un golpe en la cabeza. Mi hermano, al ver lo que ocurría, gritó “ya está bien de pegar a mi padre”. Según los testigos, un policía, a menos de dos metros de distancia y con el arma en recto, le disparó entonces una pelota de goma que le reventó el corazón. Y aún estando Valentín de pie y agarrándose el pecho, otro policía le dio un porrazo por la espalda que le arrojó al suelo. Además, la policía ni siquiera dejó a mi padre que se acercara.
Fondo Familia González
-Dos días después tuvo lugar una multitudinaria manifestación que acompañó al féretro y una huelga general en Valencia. ¿Cómo sucedieron los episodios de solidaridad con tu hermano?
Recibimos muchísimo apoyo. El Hospital Clínico, donde permanecía mi hermano, y la calle estaban abarrotados. Fuimos hasta el cementerio pasando por el Mercado de Abastos en manifestación masiva. Además, los sindicatos también se unieron y en un día organizaron una huelga general en Valencia, con un enorme seguimiento. Llegó también gente de los pueblos de la provincia. Del resto del estado nos mandaron telegramas de apoyo, pero lo cierto es que se dio poca información. Algunos familiares que residían de Madrid sólo se enteraron de lo ocurrido por nosotros.
-¿Qué tratamiento dieron los medios de comunicación al asesinato de Valentín González?
La periodista Rosa Solbes nos hizo una entrevista, que publicó en “Valencia Semanal”. Esta revista, de hecho, dedicó un número a al muerte de Valentín. A otro periodista, que trabajaba en El País, no le dejaron publicar la información a nivel nacional (este periódico sacó una escueta información en las páginas centrales). Por otro lado, en Aitana (el servicio territorial de Televisión Española) los trabajadores pretendían realizar un programa especial, pero no les dejaron. El reportaje que habían preparado no llegó a emitirse. Recuerdo que la única información que se dio fue en el ámbito local: algo en Levante y Las Provincias.
-¿Cómo recuerdas a Valentín González, como persona y en su militancia sindical?
Un chaval normal de 20 años, con sus aficiones como el fútbol o la música, y que estaba ilusionado por afiliarse a un sindicato, ya que era el momento en que se abría esa posibilidad. Nos enseñaba las pegatinas de la CNT… El día de la huelga no sé si tuvo un pálpito, pero le dijo a mi madre medio en broma: “dame un beso por si es el último”. Eso a mi madre se le quedó grabado siempre… Valentín estaba ilusionado, pero puede que no se fiara mucho de todo eso de las libertades sindicales, el derecho a protestar, etcétera. Era la primera huelga en la que participaba y nunca antes había estado en una manifestación. Además, ese día mi padre le dijo si quería quedarse en casa. Valentín contestó que no, que como trabajador quería ir a la huelga para defender su puesto de trabajo. Igual que todos.
-Pasado el tiempo, 35 años, ¿consideras que pude extraerse alguna enseñanza colectiva de la muerte de tu hermano?
Aprendimos todos, de entrada, que no había tanta libertad como se nos decía. Ni tantos derechos con la llegada de la democracia. Estábamos vigilados, controlados, reprimidos…Hubo gente que a lo mejor, con la muerte de mi hermano, se dio cuenta de la realidad y dejó de participar en otras huelgas y manifestaciones.
-¿Se hizo justicia finalmente?
Precisamente ahora hemos tenido acceso a las diligencias. El juicio se saldó con una falta leve, y una multa de 1.200 pesetas, para el policía responsable de la muerte de mi hermano. No sabemos por qué el juez lo decidió así. El abogado nos dijo también que al policía lo habían destinado al norte, pero eso es algo que no figura en la sentencia. Sería cosa de sus mandos. A nosotros nos dieron un millón y medio de pesetas.
-El periodista Alfredo Grimaldos, autor de “Claves de la Transición, dedica un capítulo del libro a la represión policial. Un centenar de muertos entre 1976 y 1980 incluidos los asesinatos por parte de elementos ultras. ¿Cómo recuerdas la época?
Eran tiempos difíciles. Si no era la policía, era la extrema derecha…No había la libertad que se pensaba. Aunque entonces, la verdad, tenía 17 años, y lo cierto es que tampoco tengo un gran recuerdo de la época. Antes de que mataran a mi hermano, yo trabajaba. Me movía con gente de un sindicato, la CSUT, y simpatizaba con el PT. Cuando mataron a mi hermano, mis amigos del CSUT fueron los primeros en moverse, hacer y repartir los panfletos, y contactar con el resto de sindicatos para organizar la huelga.
-Por último, ¿en qué punto se halla la lucha por la memoria de Valentín González?
Además de la jornada organizada por la CGT, el sindicato ha diseñado una página web, una entrada en Wikipedia, en las redes sociales (facebook y twitter); un grupo musical, “Guillotina Rock”, le ha dedicado una canción. Cuando se edificó un Instituto en el Mercado de Abastos, hace años, los jóvenes del Ateneo Libertario pidieron que llevara el nombre de mi hermano. Pero sin éxito. A los 30 años, por fin, conseguimos poner una placa conmemorativa en el mercado de abastos. También está preparándose un documental.