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EPA: Cuarto trimestre 2023 y notas de coyuntura

La actualización de la Encuesta de Población Activa (EPA) para el último trimestre de 2023, publicada hoy, no permite observar grandes cambios respecto a las tendencias definidas en los últimos trimestres. La población ocupada ha disminuído en 19.000 personas respecto al trimestre anterior; en cambio, y como consecuencia del descenso de la población activa, el paro también se redujo en 24.600 personas. En términos absolutos, 2023 cierra con 21.246.900 personas ocupadas y 2.830.600 en paro (una tasa de desempleo que se sitúa en el 11,76%). A nivel sectorial, la ocupación ha crecido en el sector de la agricultura (68.800 personas ocupadas adicionales), la construcción (30.700) y en menor medida la industria (4.900). Y se ha reducido de manera acusada en el sector servicios (123.400 personas ocupadas menos). En este último sector, hay que destacar que una parte significativa del empleo que se ha destruido corresponde a actividades vinculadas al turismo, lo que revela el comportamiento estacional del empleo asociado a la estructura de la economía española.

Respecto a la evolución de la contratación por régimen de dedicación, en el último trimestre de 2024, los ocupados a jornada completa han disminuído en 211.000 personas, mientras que los ocupados a jornada parcial han aumentado en 192.000 personas, lo que supone un incremento del 7,2% respecto al trimestre anterior. Esto arroja un total del 15,61% de la población ocupada en el Estado español trabajando a jornada parcial, un 1,21% más que el trimestre pasado. Desde CGT alertamos de esta situación y subrayamos que el empleo a tiempo parcial sigue siendo una fuente de segregación ocupacional y de precariedad. Las mujeres constituyen el 73,9% de las contratadas a tiempo parcial, frente al 26% de contratos parciales correspondientes a hombres, siendo esta una de las causas de la brecha salarial. Además, de las personas ocupadas que mantienen un contrato parcial debido a responsabilidades familiares y de cuidados, sólo el 12% son hombres, mientras que el 88% son mujeres (en términos absolutos, supone más de medio millón de mujeres), lo que refleja que el desigual reparto de los cuidados y las responsabilidades domésticas sigue siendo una realidad.

Por otro lado, hasta el 47,2% de las personas ocupadas a tiempo parcial alegan hacerlo por no haber encontrado un contrato a tiempo completo, lo que equivale a una bolsa de parcialidad involuntaria de más de 1.356.300 personas. Este dato contrasta con el elevado número de horas extraordinarias que se realizan semanalmente: más de 6,34 millones (un crecimiento de casi el 10% con respecto al trimestre anterior), equivalentes a 158.500 puestos de trabajo a jornada completa. El 40% de esta bolsa de horas extra no son pagadas. Desde CGT denunciamos que las horas extraordinarias son un mecanismo de flexibilidad y de intensificación del trabajo que tiene graves consecuencias para nuestras vidas, una fuente de explotación que además aumenta el riesgo de accidentes laborales y deteriora la salud mental de las personas trabajadoras.

Para finalizar, en relación con el tipo de contrato, los nuevos datos muestran una disminución de los contratos temporales (-152.000) y fijos-discontinuos (-7.800), y un aumento de los contratos indefinidos ordinarios (+76.100), en una dinámica que se produce tras las vacaciones de verano y el fin de la temporada hostelera, y que tiene por tanto un marcado componente estacional. Aun con ello, el peso de los contratos temporales respecto al total de asalariados se reduce al mínimo en las últimas décadas: 16,49%, mientras que los contratos fijos-discontinuos constituyen el 3,61%, y los indefinidos permanentes rozan el 80%. Vemos como efectivamente tras la Reforma Laboral ha aumentado la contratación indefinida, y disminuido la contratación temporal. Sin embargo, esto no ha generado una reducción equivalente de la precariedad y la flexibilidad, pues el bajo coste del despido promueve un marco de desprotección e inestabilidad en los puestos de trabajo indefinidos. Además, y como hemos analizado recientemente, el capital sigue encontrando líneas de fuga que le permiten esquivar las ligeras restricciones de la Reforma de 2021: desde utilizar el despido por no superar el periodo de prueba a forzar informalmente la renuncia de los trabajadores bajo la promesa de volver a contratarlos cuando la empresa tenga de nuevo necesidad de ellos.

En conclusión, los datos de la última Epa reflejan una ligera caída del empleo, probablemente de carácter estacional, aunque no hay que descartar un agotamiento en la dinámica reciente de creación de empleo. Sin embargo, más allá de la evolución más inmediata de la ocupación y el desempleo, desde CGT consideramos necesario cuestionarnos respecto a qué tipo de empleo se ha creado en los últimos trimestres. El primer elemento sobre el que llamamos la atención es la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en un contexto de inflación, en el que las grandes empresas han visto aumentar sus beneficios. El aumento de los precios, especialmente pronunciado en algunos componentes del consumo claves, como los alimentos y la vivienda, ha reducido en los últimos años el poder adquisitivo de la clase trabajadora, al tiempo que ha disparado los beneficios de muchas empresas. En ese sentido, el reciente anuncio de la subida del SMI en un 5% es positivo, pero insuficiente: son necesarias subidas salariales mucho mayores, tanto del SMI como del conjunto de los salarios.

Esto tiene su correlato, como se apuntaba, con el incremento de los márgenes empresariales y un patrón de distribución de la renta crecientemente favorable al capital. Con datos del Observatorio de Márgenes Empresariales, se observa una agudización de ambas tendencias desde el primer trimestre del año 2021 hasta la actualidad.

En segundo lugar, sigue muy presente el problema de la parcialidad de jornada, paralelo al problema de las horas extraordinarias. Al tiempo que muchas personas se ven obligadas a trabajar a jornada parcial por no encontrar un empleo a tiempo completo, otros trabajadores y trabajadoras se ven forzados a hacer horas extras, gran parte de ellas sin remunerar. En realidad, ambos fenómenos son dos caras de la misma moneda: la de un sistema económico irracional orientado a la generación de beneficios privados, en vez de al bienestar del conjunto de la población y del planeta.

Por último, alertamos sobre la falsa reducción de la temporalidad: si bien han caído los contratos temporales, se ha mantenido la inestabilidad del empleo, ya sea por el bajo coste del despido, por los subterfugios que tienen a su disposición las empresas para continuar despidiendo sin costes, o por la propia figura del fijo-discontinuo, que sigue siendo una fuente de precariedad.

Por todo ello, desde CGT reiteramos la necesidad de organizarnos y presionar por mayores subidas salariales y mejores condiciones laborales, reivindicando la acción sindical combativa y el poder de presión desde los centros de trabajo como la mejor herramienta de la que disponemos como clase para arrancar conquistas al capital.

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