Artículo de opinión publicado en el Diario Información de Alicante
El viernes pasado asistí a la comida-homenaje que se celebró en honor de Baltasar Palicio. Durante los últimos años ha sido el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT) en la ciudad de Alicante. Además de sus compañeros de sindicato, había representantes de colectivos con los que Balta ha colaborado muy activamente en estos años de dura crisis económica y social, como Toma la Plaza, Stop Desahucios y otros. También estaba Inmaculada, la compañera con la que lleva muchos años compartiendo vida, familia, ideología, alegrías y tristezas.
Balta es hijo de inmigrantes. Nació en Monóvar, pero se crio en Alemania. Vive en Alicante. Estudió Medicina, pero se licenció en Historia. Ha firmado artículos en varias publicaciones. Se jubiló hace unos pocos años siendo asesor cultural del ayuntamiento de Monóvar. Ha viajado mucho, habla varios idiomas y posee un intelecto y un carácter envidiables. Está cargado de sabiduría, discreción y bonhomía.
Es un libertario comprometido, pacífico y solidario. Muy pocas son las manifestaciones y concentraciones en defensa de la justicia social en las que no ha participado. Siempre se ha solidarizado con quienes sufren algún tipo de injusticia. Es un gran luchador social, pero siempre ha luchado con tranquilidad, nunca exaltado.
Su amistad es un privilegio. Conversar con él es una experiencia enriquecedora y placentera. A pesar de nuestras diferencias ideológicas, su gran acervo cultural, su hablar calmado, su ironía sutil, su respetuoso trato, me han proporcionado horas de auténtico deleite intelectual. Nos conocimos a través de Puri, mi mujer, otra histórica de la CGT alicantina.
Desde hace cierto tiempo Balta se encuentra pachucho. Su cuerpo, enjuto pero fuerte, ha empezado a sufrir prematuramente los síntomas de una enfermedad que también amenaza su memoria. Hace unos días los médicos le dijeron que probablemente el mal que sufre es una demencia senil con cuerpos de Levy. Como ocurre con otras enfermedades similares, el diagnóstico solo es seguro post mortem. «Ahora ya sé a lo que me enfrento», me dijo este entrañable luchador tranquilo.
Durante la comida en la que se le homenajeó, Balta se emocionó al escuchar el breve discurso con el que otro histórico anarquista alicantino, Juan Jiménez, fundador de la CGT en Alicante, recordó su compromiso libertario. En el brindis, la voz de Balta, frágil pero tenaz, siguió oyéndose después de que los demás se callaran tras cantar el estribillo de «A las barricadas». Es menudo de cuerpo, pero enorme de espíritu. ¡Qué grande eres, Balta! A pesar de esos malditos cuerpos de Levy, te aseguro que tu memoria siempre estará viva en las personas que te conocen, te admiran y te quieren.
Gerardo Muñoz Lorente