En los últimos años, hemos podido constatar grandes despilfarros económicos derivados de las innecesarias infraestructuras que se han realizado en el País Valencià y en el resto del Estado, y que, evidentemente, han impedido acometer las más importantes, las que mejoran de manera efectiva el día a día de la ciudadanía, en este caso, el transporte público, y más concretamente, el ferroviario, los trenes de cercanías y regionales.
Hace años, se apostó de manera decidida por el Corredor Mediterráneo, pero, nuevamente por un modelo elitista y devorador de recursos, al igual que el AVE, y entre Valencia y Castelló, por la controvertida fórmula del tercer carril.
Ello condicionó gravemente el servicio de cercanías, que en aquellas obras lo redujo en un 65%, perdiendo el 55% de las personas usuarias, y de las que un 47,5%, ya no volvieron a utilizar más el tren. En cifras concretas, la diferencia de usuarias de 2009 a 2018 ha pasado de 24 millones por año, a apenas 14 millones, y evidentemente, bajando en 2019. Las están expulsando sistemáticamente, y no es casualidad, sino una estrategia perfectamente diseñada.
El parche del tercer carril, además, supuso el cambio de 74 km de línea ferroviaria, 148 km si tenemos en cuenta que es vía doble, y la sustitución, al final de las obras, de más de 290.000 traviesas de doble ancho, a las de tercer carril. Una auténtica apuesta económica por el derroche, ya que se están volviendo a cambiar algunas de ellas, con solo dos años de vida, frente a los 50 años de vida útil, de media.
Pero, esto no es lo más grave, que en sí mismo ya lo es muchísimo, sino que una gran parte de este material ferroviario, que podía renovar completamente las líneas de Xàtiva a Alcoi, y Utiel-Camporrobles-Cuenca, se está destruyendo y triturando para fabricar “maceteros”, además, se han sustituido decenas de desvíos en perfecto estado, y que mucho nos tememos, también terminen su vida en la chatarra.
Insistimos, es material en perfecto estado, que todavía tiene una larga vida de uso en comarcas muy cercanas, sin apenas gasto en transporte hasta ellas, y sin el nefasto atentado medioambiental de su construcción y destrucción en este corto espacio de tiempo.
Este material podría dignificar estas líneas. Por motivos de seguridad, en la actualidad se circula a solo 60 km/h, dado su gran deterioro, y que solo con esta modificación, podrían alcanzar los 150 km/h en los tramos que la orografía lo permitiera. Dando un soplo de esperanza a quienes se ahogan en la despoblación, en parte consecuencia del mal servicio ferroviario, porque además, con estas pequeñas modificaciones se podrían duplicar las frecuencias y reducir en algunos casos los tiempos de viaje a prácticamente la mitad.
Por poner un ejemplo claro: la línea de cercanías C3 podría integrar, prácticamente sin coste, la estación de Camporrobles a su núcleo, llegando así, hasta el límite de la Comunitat.
Es época de exigir cambios, es el momento de presentar alternativas coherentes y preocuparse por la ciudadanía más próxima, lejos del faraónico despilfarro del que venimos, pero, sobre todo, entre el bombardeo campañas electorales y elecciones, es hora de escuchar…
Juan Ramón Ferrandis
Plataforma de Defensa del Ferrocarril de CGT