Manifiesto de la Asamblea Popular Valencia Contra las Guerras
La Asamblea Popular Valencia contra las Guerras condena sin paliativos la criminal invasión de Ucrania por parte del ejército de la Federación Rusa. El horror de la guerra se ha instalado en Europa. No se vislumbra actualmente su final, y sí, por el contrario, un riesgo real de extensión hacia un conflicto nuclear.
Miles de muertes civiles de todas las edades, millones de personas desplazadas de sus hogares, destrucción masiva de infraestructuras económicas, sanitarias, educativas y culturales. Y también un destrozo selectivo de los servicios que dificultan los corredores humanitarios para evacuar a la población.
Y mientras todo eso sucede, políticos en altas instituciones hablan del potencial beneficio de prolongar el conflicto para debilitar el poder militar y económico de Rusia, justificando “sacrificios inevitables” por parte la población ucraniana, rusa y del resto de Europa. Sacrificios que ya se manifiestan en la vida de la gente y profundizan las desigualdades estructurales de nuestras sociedades, dificultando la lucha contra la pandemia de covid-19, la emergencia climática y el desastre ecológico, temas que ahora han pasado a un segundo plano en las prioridades políticas de las élites gobernantes. En los países empobrecidos del planeta las consecuencias serán incluso más graves, amenazados como están de hambrunas y profundos trastornos económicos.
Pero si los efectos materiales de la guerra ya son desastrosos de por sí, no es menor la marea de odio que, promovida por unos medios de comunicación convertidos en maquinaria propagandística, alimenta posiciones belicistas, inundando la sociedad de prejuicios contra poblaciones enteras que son estigmatizadas injustamente por hechos atribuibles a sus clases dirigentes.
Aunque la responsabilidad principal del desencadenamiento de la guerra abierta recae sin duda sobre el régimen de Putin por haber invadido un país soberano, hay que reconocer que dicha guerra no ha empezado ahora, sino que venía gestándose desde 2014, y es producto del choque entre el nacionalismo imperial de Rusia y el expansionismo de una OTAN al servicio de los intereses estadounidenses.
Aceptar la geopolítica de los imperios es aceptar que las demás naciones sean tratadas como peones en este juego de estrategia en el que no se tiene en cuenta el derecho a la seguridad del otro, y se pretende continuar con las políticas neocoloniales favorables a las metrópolis en detrimento del sur global.
El llamamiento lanzado por la Comisión Europea, urgiendo a los gobiernos de los 27 Estados miembros de la UE a reforzar sus capacidades armamentistas, muestra la peligrosa deriva militarista emprendida por Europa, con el mayor incremento del gasto militar previsto desde el final de la II Guerra Mundial: el 35% con respecto al actual.
Nos encontramos pues en un momento en el que el ruido de las bombas y los tambores de guerra no dejan oír otras voces que reclaman la necesidad de silenciar las armas y frenar ya la escalada belicista del conflicto.
Estamos con el pueblo de Ucrania, que quiere recuperar la paz y la normalidad en sus vidas. Estamos también con la ciudadanía rusa movilizada que, a pesar de la represión y las amenazas de su propio gobierno, exigen parar la invasión.
Tal como señala el manifiesto “Resistencia Feminista contra la Guerra“, detrás del grito “no a la guerra” no hay ninguna posición ingenua, ya que el único camino real hacia la paz es la desescalada bélica, los acuerdos de desmilitarización y la reducción del arsenal nuclear. En esa dirección van también las recomendaciones de la comisión Olof Palme con su concepción de seguridad compartida.
Porque no hay mayor seguridad que la paz, que junto a las libertades y los derechos humanos tiene que presidir un nuevo orden internacional basado en la solidaridad y la cooperación entre los pueblos.
Continuamos la tradición histórica del movimiento pacifista en su oposición a las guerras y contra los halcones políticos, ligados de una u otra forma al complejo militarindustrial.
Por todo esto:
- Exigimos la paralización de los combates y la retirada de las tropas rusas al interior de sus fronteras, y que se establezca oficialmente un estatus de neutralidad garantizada para Ucrania.
- Defendemos el derecho a la autodeterminación para las regiones de Ucrania que lo reclamen en referéndum bajo supervisión internacional, y el respeto a todas las minorías.
- Requerimos la disolución de la OTAN, una alianza militar agresiva dirigida desde EEUU, y la de cualquier otro bloque de carácter militar.
- Demandamos solidaridad con las personas reprimidas en Rusia por oponerse a la guerra y protección para quienes se resisten al reclutamiento forzoso o desertan en ambos bandos.
- Llamamos a la UE a que acoja a todas las personas que huyan de conflictos armados ─independientemente del lugar en donde se produzcan─, eliminando los filtros racistas y las discriminaciones xenófobas.
- Reclamamos que se requise el dinero que los oligarcas ─tanto rusos como ucranianos─ y los traficantes de armas esconden en paraísos fiscales, así como la cancelación de la deuda externa de Ucrania para favorecer su reconstrucción.
- Pedimos al gobierno de España que no aumente el gasto militar hasta el 2% del PIB y que dedique esos recursos a mejorar nuestros sistemas de salud, educativos y de servicios sociales.
- Reivindicamos el fin de la censura informativa, de la manipulación mediática y de la narrativa militarista.
No nos resignamos a este estado de cosas.
Es urgente y necesario organizar una respuesta desde abajo contra la guerra, las agresiones imperialistas y la militarización de las sociedades. Hacemos un llamamiento a las organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos, los partidos políticos, los movimientos sociales y la ciudadanía en general para organizarnos y formar un potente movimiento internacionalista por la paz capaz de hacer frente a la espiral bélica en curso que nos conduce directamente al desastre.
Valencia, a 30 de mayo de 2022
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