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Más madera… aún no son suficientemente esclavos

La historia se repite no en forma de farsa, sino de tragedia. El capitalismo neoliberal autoritario jamás tiene suficiente con el sufrimiento de las clases asalariadas, pensionistas y de quienes ocupan los últimos peldaños de la escalera social (migrantes, especialmente).

El Círculo de Empresarios, que pertenece a la oligarquía más poderosa de este país de países, vuelve a la carga, en estos tiempos de desclasamiento y derrota por goleada de las clases obreras.

Quieren más madera en la hoguera de la barbarie capitalista y marcan la agenda a los políticos que gestionarán el próximo cuatrienio en lo referente a todas las políticas: laborales, sociales, ambientales, libertades, derechos…

Abogan por recuperar la contratación temporal, abaratar la indemnización por despido para los contratos fijos, introducir la mochila austriaca en el sistema de relaciones laborales, bajar las cotizaciones sociales a las empresas, elevar la edad de jubilación hasta los 72 años y suprimir los impuestos a la riqueza.

El balance de lo que supuso la crisis-estafa del 2008, la pandemia después y las tensiones geopolíticas de los dos últimos años (guerras, mercados interrumpidos, escasez de materias primas y recursos, inflación, migraciones, refugiadas, etc.), con sus consecuencias sociales, humanas, económicas y políticas, no puede sino ser resumido en que nos encontramos en una época horrible, que ha hecho retroceder movilizaciones sociales en la defensa de la vida y de los bienes comunes: vivienda, sanidad, dependencia y educación, especialmente. Al mismo tiempo, la cultura del miedo y la incertidumbre genera desafección de lo social y un aumento del individualismo, entendido este como la preservación de lo propio (sea mucho, regular o miseria).

El capitalismo neoliberal autoritario nos ha alejado de lo colectivo, del apoyo mutuo y la cooperación, como la única manera de salvación de todos y todas (incluido el planeta).

La inmensa mayoría de los gobiernos del mundo siguen dando pasos suicidas en este sentido y supeditan los intereses comerciales, especialmente a dictado de las grandes corporaciones mundiales, a la salvaguardia de la vida decente en el planeta y el respeto de los Derechos Humanos esenciales para la vida.

Uno de los problemas más graves lo encontramos en quién y cómo se pagan las deudas: la deuda de los rescates financieros; la deuda de los fondos europeos de recuperación; la deuda de esa transición energética para enfrentar el problema del cambio climático; la deuda de los miles de millones con los que se financió todo el tejido empresarial durante la pandemia (salarios, cotizaciones sociales), pero sin tocar sus cuentas de resultados; las deudas de los hogares atenazados por las subidas de los tipos de interés y la disminución de sus rentas debida a la inflación y los topes salariales en los convenios…

¿De dónde van a salir los dineros para afrontar esta multi crisis social, laboral, climática y también de modelo de gobernanza? ¿Qué capacidad tienen las clases obreras y las personas vulnerables para la reversión de los derechos comunes esenciales (trabajo digno y/o rentas universales; casas, energía, sanidad, educación, cuidados…)?

Las oligarquías empresariales sí que tienen un programa claro, nítido y autoritario: el mercado de trabajo, las relaciones laborales, deben volver a los sistemas de servidumbre, y aún mayor vaciamiento de los derechos que hasta ahora se tienen desde el lado del trabajo.

La mochila austriaca, no es sino un vaciamiento del derecho a no ser despedido sin causa y a ser indemnizado por el daño causado y tener derecho a una reparación de este, a la vez, que sirva de escarmiento para el empresario delincuente que incumple las más elementales reglas (legalidad) de lo constituido en la Constitución Española, el Estatuto de las personas trabajadoras y la Carta Social Europea.

Se trata de reducir los costes empresariales de manera drástica y trasladar todos los riesgos hacia las personas trabajadoras, las cuales verán disminuidos sus salarios diferidos (cotizaciones a la seguridad social), al tener que dedicar un porcentaje de las aportaciones empresariales a una cuenta individual (Fondo de la persona Trabajadora), la cual será gestionada por el sistema financiero. Cuando la persona trabajadora sea unilateralmente despedida de la empresa, o bien se financia el mismo el despido o vuelve al mercado de trabajo con lo que tenga en la mochila austriaca-española. Y si al final de su ciclo laboral le sobra algo en la mochila, pues a financiarse su pensión. Hablando claro: Seentroniza, en consecuencia, el despido libre y gratuito.

Si se vuelven a bajar las cotizaciones sociales, si no se crean impuestos fuertes sobre los beneficios, las fortunas y los patrimonios; si encima se elimina el impuesto extraordinario a la banca y a las energéticas; si se bajan aún más los impuestos de sociedades, los tramos altos del IRPF, el patrimonio y se fuerza a las personas trabajadoras a jubilarse hasta los 72 años…nada estará resuelto, sino es la barbarie en su explosión contra la Vida.

Nos encontramos ante una carencia -no solo ausencia- por parte del capitalismo y sus representantes políticos de ahondar en la diversidad interna de la estructura productiva, limitando el modelo a su tradicional dependencia de los sectores del turismo y la construcción y estos a su vez, son los que reflejan condiciones materiales (salarios, tiempo de trabajo, derechos) precarias y muy en la línea del modelo de explotación y servidumbre del capitalismo.

Ayer, hoy y sobre todo pensando en el mañana y construyendo futuro en el hoy, es necesario dar la vuelta a los ataques de los derechos laborales, sociales y políticos llevados a cabo desde el 2008 hasta estos momentos, porque de seguir asumiendo (por acción u omisión), esta agenda de reconstrucción, significa lisa y llanamente dejar en la estacada a las clases asalariadas (más del 52% de las mismas no llega a los 21.000€ anuales), al igual que a las personas pensionistas (ni tan siquiera perciben el SMI el 53% de los nueve millones de pensionistas) y permitir la cimentación de un futuro precario, frágil, violento, para mujeres, migrantes, personas diversas.

Ayer, hoy, la defensa de una vida digna de ser vivida, así como de las condiciones y requisitos materiales que la hacen posible, choca de pleno con las ambiciones de unas élites acostumbradas a depender de los resortes estatales (es decir de la expropiación de la riqueza que generamos la mayoría social), para defender sus privilegios. La disyuntiva es clara, o bien nuestras vidas, o bien sus dividendos.

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