CGT País Valencià i Múrcia

Puri Eisman: “El pueblo manso siempre será vencido”

Encapuchados, todo un clásico. ¿Quiénes pueden estar interesados en que una macro manifestación quede relegada en un segundo plano para que la violencia desatada sea protagonista? Desde luego que quienes organizan el acto no.

Hoy tendríamos que hablar con admiración y respeto del esfuerzo humano que realizaron las personas que a pie, decidieron marchar a la capital del Estado para pedir la dimisión de este incompetente Gobierno. Y también deberíamos hablar de la inmensa multitud que, repartidas en seis columnas llegaron abarrotando las calles del centro de Madrid a lo largo de toda la mañana. Y de una inmensa marea de diferentes colores y edades, que a las 20.00 horas aglutinaba la plaza de Colon y calles adyacentes, al repetido y unísono grito ¡el pueblo unido jamás será vencido! Y hoy el Gobierno del PP debería recapitular y sentarse a escuchar. Pero no, no se hablará de ello porque la violencia es noticia y la coloca a un nivel superior de importancia, por encima de cualquier otro evento.

Siempre es sabido que en estas grandes manifestaciones de demanda social, se agregan infiltrados, unas veces para desatar la ira de pequeños grupos de diversa índole y otros, son los colocados por la policía para «supuestamente» conocer lo que se cuece desde dentro. El primer grupo está controlado, se sabe dónde se coloca y la policía los acorrala (por lo que resulta incomprensible que en esta ocasión, con un despliegue de 1.700 efectivos, no lo hicieran). Pero ¿y el segundo grupo? De esos no nos podemos defender. Existen imágenes, como las conocidas del 25S Rodea el Congreso, cuando uno de los violentos encapuchados, al ser detenido por la policía gritaba: ¡que soy un compañero!

Estas sucias maniobras que vienen desde arriba, ya justifica sobradamente la manifestación, porque quienes salen a la calle exigen por encima de todo, democracia y si el Gobierno quiere conocer lo que se cuece en grupos sociales, que lo haga limpiamente, tan sencillo como gobernar mirando hacia el pueblo.

La movilización la mancilló quienes estaban interesados en la demonización del movimiento 22M y lo que significa una movilización que había sido todo un éxito, capaz de aglutinar a diferentes colectivos, plataformas y organizaciones sindicales y políticas. La violencia vende, ofrece grandes titulares y además desprestigia, razón por la cual permitieron el ofrecimiento de las imágenes que hemos visto. Por tanto hay responsables, los que permitieron los actos que se desencadenaron al final de la manifestación, convirtiendo a los policías en víctimas de los «radicales» sacrificándolos como peones en un juego de ajedrez y solos sus jefes sabrán por qué actuaron así. Lo cierto es que durante todo el día un helicóptero sobrevoló el cielo de Madrid y conocían perfectamente la magnitud y localización de la marcha.

Partiendo de que nadie quiere hacer daño a nadie, a la violencia hay que catalogarla en toda su dimensión. Porque la que deja heridas en la piel, tarde o temprano se curan, pero las consecuencias de unas medidas políticas de un gobierno, llevando a la sociedad a la pobreza más severa incluso hasta la muerte, son perpetuas y otras muy difíciles de sanar y cuando la ciudadanía tiene la dignidad de defenderse, está en su derecho. Y lo que tenemos que tener claro es que un pueblo amansado siempre tendrá explotación, sacrificio y sufrimiento.

Puri Eisman
Secretaria de Comunicación CGT-PV

Comparteix
Salir de la versión móvil