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Siniestralidad Laboral

Los limitados y acotados datos en relación a la siniestralidad laboral que podemos obtener son una señal más que nos refleja la precariedad que actualmente sufren las personas trabajadoras.

La inactividad de un Ministerio en relación a legislar sobre un problema tan grave y una Inspección de Tra­bajo blanda, a la hora de sancionar a las empresas preventivamente, nos conduce a la situación que llevamos viviendo desde hace unos años, un repunte de accidentes (así los nom­bran ellos).

La falta de inversión y obligatorie­dad real de las empresas en preven­ción de riesgos y seguridad laboral convierte un derecho laboral en un circulo vicioso totalmente opaco para las personas trabajadoras, quedando desprotegidas por una admi­nistración lenta y poco resolutiva ante las denuncias que se cursan.

Las empresas reciben en muchas ocasiones denuncia tras denuncia de organizaciones sindicales y personas anónimas, sin resultados, hasta que el accidente se produce.

Uno de los acuerdos adoptados en el XIX Congreso de Zaragoza es lle­var acabo reivindicaciones para que sean públicas las faltas graves y muy graves que cometen las empresas, una manera de poder cuantificar la peligrosa realidad que sufrimos día a día en nuestros centros de trabajo. Las estadísticas de los accidentes laborales nos ayudan a verificar que las muertes en el trabajo no son meros accidentes. Si los datos fue­ran totalmente transparentes vería­mos que en más de una ocasión la pérdida de un compañero había sido denunciada previamente, pero con una resolución que se eterniza o se queda sin cumplir.

Por este motivo, entre otros, noso­tras como personas trabajadoras y como organización no los podemos considerar ni reconocer como acci­dentes a secas. Un accidente es un evento inesperado, que no se puede prever y que provoca daños, lesio­nes… Situaciones que no se habían contemplado previamente.

Todas sabemos que no es así, la rea­lidad es muy diferente

Un gran ejemplo de ello son los compañeros que hemos perdido durante este verano. ¿Accidente?, ¿La empresa puede alegar que no tenía conocimiento que estábamos en alerta por calor? No, seria una mentira más aceptada por parte de las administraciones.

A pleno sol, unos 40º de tempe­ratura, ¿nadie esperaba que alguna persona trabajadora sufriera un golpe de calor?

Otro penoso ejemplo es el de los compañeros que han muerto este verano durante los incendios. La postura es también clara o debería serlo. El incendio no es algo del todo imprevisible, ya que cuando nos hablan del riesgo de incendio elevado entendemos que las posi­bilidades de producir daños irre­versibles aumentan. Es decir, tenemos detectado un riesgo claro, el cual no podemos prever cuándo ni en qué condiciones meteoroló­gicas se producirá, pero sí prevenir el combustible vegetal del que pueda alimentarse el incendio. Sencillo es de entender que con unos montes limpios los incendios son más controlables. Está claro que las administraciones no han tomado las medidas preventivas de mantenimiento para minimizar el riesgo… por lo que sí son previsi­bles.

Y un tercer ejemplo es el de Xavi. un joven que con 19 años, contento por poder ayudar a su familia econó­micamente, fue engullido por una máquina mientras trabajaba en Cor­nellá de Llobregat el 30 de abril del año pasado.

Una organización sindical con re­presentación en esa empresa ya había interpuesto dos denuncias a Inspección. Empresa donde ex-tra­bajadoras y trabajadores en activo comentaron que les hacían trabajar 12 horas diarias ¿Accidente o asesi­nato por codicia?

La administración y la justicia no pueden adjetivar estos hechos como accidentes, los medios de comunicación y administraciones jue­gan con la forma de relacionar las situaciones que nos suceden en el entorno laboral y social a la pobla­ción. De esta forma hacen un acom­pañamiento guíado a nuestra forma de pensar y minimizan la rabia de una posible masa o un pensamiento critico.

Cuando hablamos de siniestralidad, visualizamos la muerte en el puesto de trabajo

La siniestralidad in itinere y la si­niestralidad parcial (accidente con baja) son indicadores que de­beríamos tener muy presentes. Nos pueden ayudar a evitar acci­dentes más graves y a certificar que la palabra accidente tras la muerte de una compañera está mal tipificada.

Todas sabemos que en muchas ocasiones las personas trabajadoras recurren a las bajas por enfermedad común, dado que la mutua no les re­conoce el accidente laboral o la empresa les pone trabas para que las deriven a éstas.

Esto produce una cifra submarina de la penosidad en que viven las compañeras y compañeros en sus puestos de trabajo, pues no quedan reflejadas en las estadísticas.

Si hablan las despiden, si callan mueren

¿Qué sucede cuando denuncia­mos estos casos? Que la represión empresarial despliega denuncias para intentar callar la realidad. Si esta gente lucha por unas condi­ciones dignas en su puesto de tra­ bajo tendremos que invertir en seguridad y prevención, deberían pensar.

En esta situación tenemos a una compañera de Mollet, Catalunya. Se llevaron a cabo concentraciones a causa de la siniestralidad en el trabajo, tras dos casos muy claros de empresas que no garantizaban la seguridad ni las medidas preven­tivas. Explicar lo que sufrimos en muchos puestos de trabajo, el empresario lo denomina “delito de odio al colectivo de empresarios”. Si no quieren que expliquemos la realidad de los sucesos, que pon­gan medidas para que no sucedan, que inviertan en ello y no en inten­tar callarnos.

De enero a junio del 2022 se regis­ traron 310.2011 episodios de accidentes de trabajo, 47.856 episodios más que en el mismo periodo del 2021. De estos, una gran mayoría fueron accidentes leves, 307.488 personas, accidentes graves 2.343 y accidentes mortales 394.

Unas cifras desastrosas para los derechos de las personas trabajado­ras, más pudiendo constatar que en el mismo periodo del 2021murieron 60 personas menos.

Esas 394 muertes seguro que eran evitables o se podían reducir. Es decir, la empresa seguro que contemplaba la posibilidad. Me atrevo a decir que en una gran ma­yoría ya se habían producido que­jas de trabajadores o ya existían denuncias a Inspección, como en los casos expuestos anteriormente.

¿Accidente?

Es cruel que estos hechos estén recogidos por las administraciones como accidentes, minimizando la responsabilidad de las empresas y desvalorizando la pérdida de mu­chas compañeras. El endureci­miento del Real Decreto Legislativo 5/200 (LISOS) es otra de las luchas que se deben llevar a cabo y que te­nemos recogida en el último con­greso.

Gracias a esas familias que luchan porque se haga justicia a la compa­ñera. Porque no nos callarán, si tocan a una respondemos todas.

Salud y lucha.

Maribel Ramírez

Secretaria de Acción Sindical

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