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Valoración del próximo ERE en la FORD de Almussafes

La dirección de Ford España ha presentado al Comité de empresa un nuevo ERE, el cuarto desde 2018, para reducir su plantilla en 1.622 operarios. La intención de la multinacional norteamericana del automóvil es suprimir 622 empleos con carácter definitivo mediante bajas incentivadas y otros 996 a través de despidos objetivos, (indemnizando con 20 días por año trabajado) y cuyos afectados tendrían preferencia para una nueva contratación en 2027, que es cuando se lanza el próximo modelo de vehículo híbrido asignado a Almussafes. Hay que recordar que Ford ya está aplicando un ERTE (regulación temporal del empleo) que afecta durante algunas jornadas a diversas secciones de la factoría y que durará hasta el próximo 31 de julio.

Actualmente la plantilla de Ford es de 4.700 emplead@s, por lo que la reducción anunciada será de un 35%. La factoría de Almussafes llego a contar con 11.500 trabajadores/as en los años de mayor carga productiva. Estos puestos de trabajo se han ido destruyendo utilizando diversas formas de despido como las jubilaciones parciales (con contrato de relevo), bajas voluntarias con diversos tipos de indemnización o las bajas temporales con reingreso posterior.

Para la CGT es preocupante esta dinámica de Ford que consiste en explotar al máximo a los trabajadores en sus cadenas de montaje, aumentando los ritmos de trabajo, y exigiendo al gobierno autonómico y estatal ayudas económicas para cubrir una buena parte del costo de los despidos. También hay que tener en cuenta que, siendo grave la pérdida paulatina de empleo directo en la fábrica de Ford, lo es mucho más en las contratas y en las empresas auxiliares del Parque Industrial de Almussafes donde las nóminas y las indemnizaciones por los despidos son mucho más bajas.

En cuanto a la estrategia del sindicato mayoritario en el Comité de Ford hay que decir que ofrece muy pocas novedades a su trayectoria habitual: asegurar que va a defender el empleo y luego pactar con la dirección los recortes ligeramente modificados. Eso sí, a cambio de sucesivos recortes para la plantilla. Con estas políticas de UGT se han ido sacrificando derechos como el servicio de comedores, pluses para los nuevos empleados (antigüedad y otros) o fijando una doble escala salarial mediante la que las nuevas contrataciones por hacer el mismo trabajo que el personal veterano cobran dos grados retributivos menos.

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