Antonio Pérez Collado: “Ley Mordaza: Malos tiempos para la retórica”
Artículo de opinión del Secretario de Acción Social de CGT-PV publicado en Levante-EMV. Aquí encontrarás enlace y artículo ampliado.
Durante la famosa movida musical de los años 80 hubo un grupo (Golpes Bajos) que logró un enorme éxito con su tema “Malos tiempos para la lírica”. Eran tiempos de esperanza y también de desilusiones venidas de la mano del PSOE y su fallido proyecto socialdemócrata. Ya eran aquellos años de reconversiones industriales, de pactos para moderar salarios y de recortar derechos, especialmente a jóvenes, parados, inmigrantes…
Negros nubarrones sobre una sociedad que apenas empezaba a saborear el estado de bienestar que Europa nos traía a cambio de nuestros astilleros, altos hornos, minas, ultramarinos y hasta vacas y naranjas. Pero al menos tenemos trabajo y la despensa llena, se decía.
Han pasado treinta años desde entonces y en plena crisis económica y social, visible en todo el país (salvo en los bares y comercios que vista Rajoy) pero no hay todavía un autor que se atreva a escribir la canción que cuente todas las cosas para las que son malos tiempos. Para la retórica, por ejemplo, esa disciplina que consiste en adornar los discursos para que el pueblo llano los digiera mejor que sin un dulce envoltorio, con el que intentan vendernos un aluvión de promesas y estadísticas que muy poco pueden decirle a la gente que pierde el trabajo o no llega a fin de mes.
Es evidente que hay una gran mayoría social que, de forma automática, entiende lo contrario de lo que los gobernantes y los medios de comunicación afines intentan insistentemente vendernos, con su tosca verborrea y un aluvión de falsas promesas y frías estadísticas que muy poco le dicen a la gente que pierde el trabajo o no llega a fin de mes.
Hoy día no es la brillantez de la oratoria lo que influye en la opinión pública, sino la repetición machacona de medias verdades y eufemismos la que adormece conciencias y seduce voluntades. Sería de tal volumen la lista de ejemplos de esta mediocre retórica que nos vemos obligados a citar solamente los casos más conocidos y delatores de la infamia que nos manipula y rige nuestros destinos.
A todo el mundo le sonarán expresiones tan habituales como ajustes de plantilla, moderación salarial, flexibilidad laboral, crecimiento negativo, demandantes de empleo y otras locuciones de similar éxito, inventadas para no levantar alarmas hablando de paro, pobreza, recortes y demás plagas. Pero es en el terreno de las relaciones internacionales y la represión a los nacionales donde con más descaro se practica esta taimada forma de ocultar la verdad.
Nuestros oídos ya se han habituado a mentiras tan poco piadosas como daños colaterales, misiones humanitarias, invasión preventiva, bajas civiles y otros juegos de palabras para disimular lo que no son sino despiadadas manifestaciones de una guerra sin cuartel por el control estratégico y económico del mundo.
Lo más novedoso al más alto nivel serían los interrogatorios reforzados con que la CIA se refiere a los denunciados casos de tortura sistemática en Guantánamo y otros campos de concentración tolerados por los sucesivos gobiernos de EE.UU.
Por esta España, que tan bien va para los ricos, lo más reciente en este terreno es la Ley Mordaza (oficialmente Ley de Seguridad Ciudadana) aprobada en solitario por el PP. Una ley dirigida básicamente contra los movimientos sociales y el sindicalismo alternativo. Cuando la mayor inquietud de la castigada población es la pérdida de derechos fundamentales (pan, trabajo y techo), sacar una norma para multar duramente y reprimir o vigilar -sin orden judicial tan siquiera- las protestas ciudadanas, limitando abusivamente los derechos de reunión, manifestación y opinión, no deja ser una dolorosa ironía. Más sangrante, si cabe, si previamente la Justicia se ha puesto a precios inaccesibles para las previsibles víctimas del sistema que quisieran recurrir multas y sentencias arbitrarias. Si de algo necesitamos que nos protejan es de la corrupción y el expolio de bienes públicos.
Es decir; que nos protejan de ellos mismos, así como de sus amigachos de la banca o la CEOE. Pero creemos que su nada secreto objetivo es poner otra vez de moda aquella amenazadora frase de su difunto y franquista líder, Manuel Fraga: la calle es mía. De los que tienen dinero y mandan a los que reprimen, se entiende.
La calle no es de ellos, ni de los que nos apalean o encierran en su nombre. La calle es del Pueblo y tenemos que defenderla como nuestro espacio de lucha, de convivencia y de esparcimiento. Como decíamos hace unos años, adaptando el título de otra famosa canción: ¡Nos vemos en las calles! Empezamos el 20-D
Antonio Pérez Collado
CGT-PV
Publicar comentario